martes, 13 de agosto de 2013

Kimi, ¡Mándame un whatsapp!

La que voy a liar porque me he acordado de Kimi…

Bueno, voy a meterme en un tema espinoso, pero ya os avisé que en este magacín no voy a andarme con rodeos en cuanto a opiniones con ciertos temas.

Estoy complemamente de acuerdo con las palabras de
nuestra ministra, al que no le gusten las corridas de
toros que no vaya.
Según he ido avanzando en la vida, me he ido haciendo cada vez más intransigente con el maltrato animal y activista (cibernético en su mayor parte aunque a veces por otros medios) en contra de ciertos comportamientos que no llego a comprender y que me parecen que demuestran la bajeza del ser humano. La tortura por diversión, el uso de animales y la crueldad para deshacerse de ellos cuando no se les quiere seguir usando (lo de los galgos en España es una abominación), los campos de concentración en condiciones lamentables para su explotación, cárnica o de pieles, la experimentación animal (alguno pensará que es para salvar vidas pero existen otros medios para experimentar que no requerirían tortura, eso sí, quizás más caros), etc…

Sin embargo, a pesar se colaborar cada vez más con ciertos grupos, sigo siendo omnívoro.

Digo sin embargo, y digo bien, pues la mayoría de la gente con la que comparto ciertas actividades en este sentido es vegetariana pues considera el ser carnívoro un crimen.

Hay unos cuantos en cambio que no pensamos así, que consideramos que somos una raza omnívora y que comer carne forma parte de la cadena alimenticia que nos es natural, así como que mi cuerpo se lo coma un gusano que a su vez se lo comerá luego un pajarillo. Pero considero que el comer carne no justifica el sufrimiento y la tortura que en la gran mayoría de los casos los animales en granjas masivas tienen que parecer.

Matar un animal para comérselo no me parece un crimen, sino algo innato a mi especie, hacerlo con sufrimiento innecesario, torturarle, hacinarle, abandonarle… sí. Por ello creo que se puede luchar contra todo eso sin tener que ser vegetariano, haciendo boikots, enterándote de la procedencia de lo que compras y seleccionando, protestando contra las empresas que torturan…

¿Por qué cuento todo esto? Pues porque voy a contar una anécdota que tiene que ver con el tema, y en vez de evitar la opinión he preferido pronunciarme de antemano. Tengo muchas discusiones con estos temas, tanto con la gente a la que no le importan los animales, como con la que considera una aberración matar uno para comérselo. He de decir que con los segundos me llevo mucho mejor, aunque no coincidamos del todo, demuestran sensibilidad y son consecuentes, y en más de una ocasión me han hecho plantearme mis convicciones. Por no decir que muchos grandes pensadores a los que he leído o por los que me he interesado también son vegetarianos por convicción (entre ellos Leonardo, que aparece de alguna manera por este magacín…).

En realidad me gustan estos debates. Tanto con unos como con otros. Solo debatiendo se puede convencer y como ya he explicado alguna vez, todas mis convicciones las tengo por reflexión así que al igual que yo puedo convencer a alguien, alguien me puede convencer a mí, en eso consiste el razonamiento y la evolución personal.

Lo que ya no me gusta, en cambio, es el insulto o la violencia. Por ello he metido todo este rollo al principio. Si alguno consideráis algún motivo por el que sea bueno torturar a un toro en una plaza que a mí se me escape, estoy dispuesto a oírlo y si alguno consideráis que realmente es necesario que nuestra especie renuncie a su dieta omnívora para acabar con el maltrato animal y que no hay otros medios, también, pero si lo que me vais a decir los primeros es que soy un gilipollas activista que no me preocupo por las personas o los segundos que soy un asesino sin escrúpulos, no me encontrareis en ese debate.

Bueno pues comienzo con la anécdota (que tampoco forma parte de lo fundamental de esta entrada, pero es una forma de introducir lo que quiero decir… la que estoy liando, y todo porque me he acordado de Kimi…)

Estaba yo debatiendo con una amiga de estos temas. Ella no come carne por convicción y como sabe, pues hemos coincidido en varias actividades en contra de la tortura animal, que yo soy activista en estos temas, no entiende mi dieta omnívora.

No repasaré los argumentos de cada uno pues la entrada va a ser interminable. Todo ocurrió en el momento en que yo le dije que tirara su móvil, su ordenador y se quitara toda la ropa ahora mismo.

No me entendáis mal, eso lo dije porque también he coincidido con ella en actividades en contra de la explotación infantil y yo le quería decir que mejor que luchar contra ella era que todos fuéramos desnudos y sin aparatos, así, asegurándonos de no consumir ropa ni tecnología acabábamos también con la explotación infantil que existe para la elaboración en la industria textil y tecnológica.

Tras un rato de reflexión rápida, me argumentó cambiando de tema en donde más me dolia.

-Si no tienes problemas para comerte un animal – me dijo- No tendrías problemas en comerte, por ejemplo, tu gato.

Ella sabía que yo no tenía gato, lo que no sabía es que lo tuve alguna vez, bueno, sólo unos días… (Sí, lo habéis adivinado, ese es Kimi…) Así que me desarmó unos instantes… y me volví a acordar de Kimi, cosa que hago con relativa frecuencia. Fue en ese momento cuando pensé en que le iba a dedicar una entrada si hacía este blog…

Pero antes de ir al grano, dejadme que os cuente como llegó Kimi a mi vida.

Sí, va a ser larga esta entrada… La que estoy liando porque me he acordado de Kimi…

Hace unos cuantos años, yo no era tan activista con los temas del maltrato animal. Tampoco era insensible, aborrecía las torturas y demás, pero no como ahora… Ha sido una evolución lenta y sin duda, parte de ello se lo debo a mi excompañera, con la que compartí varios años de mi vida.

Mi excompañera es de esas personas que no soporta que le hagan daño a un animal. De hecho creo que en muchas ocasiones los pondría por delante de las personas… No es una persona evangelizadora, de esas que echa charlas… Eran sus actos los que me hacían reflexionar.

Fueron muchas anécdotas, pero para que os hagáis una idea, recuerdo que íbamos una vez en coche, creo que era por Almería o Murcia, y vimos que un animal se cruzaba por la carretera. Nos llamó la atención que era un animal poco frecuente, parecía un mapache, desaceleramos para contemplarlo… Cuando pasamos, vi por el retrovisor que una furgoneta que venia en dirección contraria se paró y de la misma salieron cuatro individuos que cogieron unos palos y barras de seguridad que llevaban y empezaron a correr como energúmenos detrás del animal.

¿Sólo cuatro tíos con palos? Bahh!!!
No se si querrían matarlo o cogerlo, pero por los palos que llevaban, si querían cogerlo, no iba a ser con caricias. Mi compañera se transformó como solía hacer cuando alguien quería hacer daño a un animal delante de ella. Me hizo parar del todo y salió corriendo detrás de ellos. Yo, que ya la conocía, sabía que era capaz de enfrentarse a ellos cuando de un animal se trataba, así que salí corriendo detrás de ella, no porque yendo yo ya pudiéramos doblegar a cuatro tíos con palos, sino porque por estadística, entre el pobre animal, mi compañera y yo, ya éramos tres para repartir palos y así a menos tocaríamos…

La cosa no fue a mayores pues al parecer el animal fue más listo que ellos y en cuanto se tornaban nosotros nos fuimos también, eso sí, llamando a la policía para explicar lo ocurrido y dando los datos de la furgoneta.

Bueno, como os decía era sólo una anécdota, pero en estas circunstancias, entenderéis que yo en cada viaje iba pensando siempre en si no íbamos a volver con un galgo que encontráramos en el camino.

Por ello no me sorprendí el día que conocí a Kimi.

Fue un día normal, yo llegué tarde a casa y al abrir la puerta vi que una mancha negra venía corriendo hacia mis pies… Mi primer instinto fue el de llevarme un susto y casi le arreo una patada, pero me di tiempo a cuenta de que era un gatito…

Era un bebé y ella lo había encontrado al ir a tirar la basura llamando a su mamá. Tras cerciorarse de que la mama no acudía y él estaba perdido decidió subirlo a casa.

Los dos sabíamos que no podíamos tener animales, pues por trabajo, yo en periodos prolongados y ella cada pocos días, pasábamos mucho tiempo fuera.

Tras hablarlo decidimos que lo llevaríamos al veterinario y lo tendríamos unos días hasta que encontráramos un hogar para Kimi que nos convenciera.

Le bautizamos Kimi pues soy aficionado al motor y era el nombre de un piloto nuevo de entonces que me llamaba la atención…

Hasta ahí todo normal, algo que le ha ocurrido a mucha gente.

Pero resulta que a Kimi le caí muy bien. Tenía mis mismos gustos. Si yo iba al ordenador, él se venía conmigo, si iba a hacer algo, él se venía conmigo… Así que hicimos una buena amistad… Se tiraba casi todo el tiempo subido en mi hombro como si fuera un loro y hacíamos las cosas juntos.

Kimi, posando para la renovación del DNI
Sabía que me iba a costar separarme de él y así fue. El día que eso ocurrió… Mentiría si dijera que se me escapó alguna lagrimilla… Fue algo más que una…

Me acuerdo mucho de él desde entonces, y hace ya… No he vuelto a saber de él, lo elegimos así, pensando que era lo mejor, pero a veces me gustaría que me mandara una postal para saber que le va bien…

He conocido a mucha gente que me ha dejado huella y que echo mucho de menos y también otros muchos a los que no tanto. Pero quien me iba a decir a mí que iba a echar tanto de menos a Kimi con el que sólo pase unos días.

Bueno, pues esto era todo… Como os dije me acordé de Kimi y quería poner su foto y aprovechar para pedirle, que si se acuerda de donde estoy, me de un toque algún día, aunque sea a cobro revertido.

8 comentarios:

  1. Urbanita, si que te gusta dar vueltas por el bosque antes de contarnos cómo es... hay seres de cuatro o de dos patas, con pelo, pluma o escamas, o sin nada de ello (tuve una perra pelón peruano en Chile, de donde vengo que dejan huella, profunda y dulce, ahora convivo con dos gatos, Sombra (negrita como el que tuviste) y Suerte (macho atigrado) y hacen mi vida más feliz aun.
    Respecto de lo que cuentas, es verdad, yo tampoco soy vegetariana totalmente, pero no como carnes rojas, aun absorbo proteínas de pollo, pavo o pescado, y algun bichito de mar, que tenga buen sabor.... es difícil no ponerse en el lugar de los animales, de verles con ojos que no sean compasivos, porque no son productos para facilitarnos nuestra alimentación. Y discutir sobre ello, sin alterarse ni chillar, la violencia verbal me parece innecesaria...
    Y si, lo que dices de tu sobre el maltrato a la infancia y el consumismo... no comprendo el culto a las marcas y el hiper consumismo (para que diantres quiero yo una tablet si me apaño genial con mi viejo portatil, náh, la cosa es gastarse los cuartos en algo.... yo preferiría viajar... en ello si que me los gastaría...) que solo lleva a enriquecer a unos cuantos.... viva la vida simple y la ropa de mercadillo! ^^
    Ya te seguiré leyendo...
    Un saludo!
    Carol

    ResponderEliminar
  2. Hola Carol!!!
    Gracias por pasarte y por tu curiosidad, que te ha permitido leer la entrada hasta el final ;)
    Como dices, la capacidad de síntesis no es lo mío... eso o es que aprovecho cualquier escusa para escribir...
    Me alegro de que estés tan bien acompañada, ya he visto las fotos de esos pececillos de Lavapiés...
    Nos seguiremos encontrando...
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. hey!
      curiosa yo? absolutamenteeeee! ^^
      eso es bueno, siempre ha de haber una excusa para escribir... yo tengo mi blog medio abandonao, ahora que estoy en paro volveré a él con muchas ganas...
      mis pececillos le dan luz a mi vida!
      nos seguiremos leyendo aquí, allí... donde exista una buena excusa para escribir!
      una sonrisa! ^^

      Eliminar
  3. Es un tema complicado ese de comer o no comer carne... por desgracia, creo que incompatible el respeto y la dignidad para los animales con comer carne, porque se los objetiviza y no se respeta su derecho a la vida y a la libertad, a ser un ser vivo con los mismos derechos que nosotros. Otra cosa es que viviéramos como en las cavernas y cazáramos para comer, como hacen otros animales, pero eso, con todos los que somos es inviable, como es insostenible una alimentación carnívora para toda la humanidad... es largo de explicar pero gran parte del deterioro del planeta es debido a esta causa, a las grandes cantidades de carne que consume la humanidad... con una alimentación vegetariana habría comida para todos de forma sostenible, además que es mucho más sano. Porque, seamos sinceros, la gente come carne porque le gusta su sabor, simplemente, no porque lo considere sano o que con ello tenga un alimentación más completa. Porque si tanto les preocupara su alimentación no comerían las porquerías que comen la mayoría, hablo de comida basura y similares... Decir que yo también me he sumado a la fiebre gatuna con dos pequeños tigrecillos recogidos de la calle... en principio los tengo en acogida, por si salen adoptantes... y si eso ocurre creo que me dará tantísima pena como a tí :(.

    saludicos y besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, es un tema complicado como dices y largo para argumentar, como todos los temas morales... Sin embargo hay cosas que si están claras o deberían estarlo, como la tortura, en los que creo que muchos estamos de acuerdo y es más un tema legal y de prohibir y castigar determinadas cosas, pero aún queda mucho camino por recorrer... He visto las fotos de los tigrecillos... Te va a costar separarte de ellos... :)

      Eliminar
  4. Cierto, eso es inadmisible y me espanto al ver cada día los telediarios, como hablan de corridas de toros y fiestas donde se tortura salvajemente a los animales como algo normal y cultural... te quedas pensando en sí eres de otro planeta, si realmente estamos en el siglo XXI o que coño ha pasado... Y sí, me va a costar... me da que al final se quedan... jeje

    ResponderEliminar
  5. Seguro que serán la envidia de la comunidad gatuna! ;)

    ResponderEliminar